Jordi Lahispaniola


Asistente de artistas... ahorita mismo descansando


Confusa, difusa, neblinosa

                     
                      cantabas aquella deliciosa canción de Dinah Washington I’ll never be free, donde se cuenta que los besos dados al amor te hacen esclava… 
        
            las últimas semanas fueron confusas, el silencio y la tensión se palpaban, todo parecía envolverse en niebla: hablábamos de orden, muñecas rotas y números impares, zumbábamos como dos refrigeradores viejos, como dos radios mal sintonizadas, como pantallas de neón

Elías Deià, poemas a salto de mata

                 elías deià ha escrito un poemario en ese estilo sin paginación los poemas vienen en una caja lanzas el contenido al aire y tal como aterriza así lo lees

Óscar Fisterra, ridículum vitae

          Óscar Fisterra, primo gemelo de Elías Deià, nace en 1933, pero no logra establecer su voz hasta el año 1973 en Corcubión, A Coruña. Allí escribe las bibliografías Xoñadores y visionarioX, a modo de XtrellaX y los muy reproducidos PostManifiestos Verdes.

         
          Cursó estudios en Lenguas y Culturas Ibéricas, durante sus distintas residencias en Euskadi, Mallorca o Galicia, y deshizo el camino Atlántico, Cantábrico o Mediterráneo en busca de ciertas estrellas sonoras.


          Desde 2003 reside en La Guindalera, Madrid, donde edita sus últimos Manifiepoemas Cívicos en la asociación ecocrítica The Left-Royal Green Jackets citizenship  –La Real y Zurda ciudadanía de las Chaquetas Verdes–  junto Ignacio Guevara, Florián Albatros y Ángel Cute Face.

Tengo cartas de amor enterradas debajo de la cama

                 Tengo enterradas cartas de amor debajo de la cama, en el trastero encontré cientos de miles, el maestro albañil me dice que no sirven para levantar un muro, estoy convencido al 100% que han ido acumulándose donde pululan ángeles y silenos.
               
               A veces las escribo en tres o cuatro metros de papel higiénico, cartas de un amor tan volátil   –sin ironía–  que se evapora delante de mis narices, cartas de amor escritas sobre el ala de una mosca. Guardo fósforos en cajas de zapatos, por si mañana me atrevo y las quemo todas, aunque sé que la mayoría con mantequilla o nata harían un buen puré.

              Utilizo un lápiz con forma de corbata y me pongo los calcetines de las Musas o las escondo entre mi biblioteca pornográfica, hace tiempo que algunas me las desayuno: las mojo en café amargo, dejo escurrir la tinta y me las fumo.  Mas de una fue escrita desde una ventana oscura, sólo de recordarlas se me ponen los pelos de punta.
                Ayer cambié las cortinas y cayeron cuatro o cinco, llevaban la historia de un amor bien estudiado frente al portátil, la bañera está llena de cartas empapadas, cartas bien lloradas, por los pasillos hay cartas vertidas con gotitas de sangre, algunas llevan como destinatario yo mismo.
    

Váyase a la mierda con Elías Deià

                 Estimado Elías: es hora de defender los últimos cisnes de cuello negro que van quedando a patadas, las Musas nos darán las gracias y perdonarán todos los delitos de amor que hayas cometido, amnistía de  amor  amor  amor    y   –por favor–  no formes más parejas, en tus parejas sólo hay derrota.
                Vete destruyendo todos los papeles, la poesía te sigue los pasos   –a mí también, a todos nosotros–   estás cansado de la poesía, de toda la poesía, hasta cuando duermes tienes sueños textuales de poeta, por las mañanas meas poesía, tan poesía como la cítara o fumar o viajar o hacerse un vino.
                No te quedan ganas de escribir, la broma duró ya bastante y andas aburrido de tenerlo todo en contra. Palabra que das lástima  –querido Deià–  te vendrían bien unos poquitos consejos de carácter práctico: levántate temprano, desayuna ligero con una taza de agua caliente, que el zapato no te sea muy estrecho, y sal a la calle a ganarte la vida, quién no te conozca que te compre, como solía decir tu padre, de profesión mercantil.
                  Siempre he pensado  –a propósito de tu carácter–  que te fuiste volviendo más distante, menos sociable, alguien así recién desengañado, a quién el orgullo, la necesidad de amor y la autodefensa (a veces excesiva) volvieron huidizo, ridículo o absurdo, palabras que a tus amigos nunca gustaron… en resumen, en síntesis, en buen romance: a muchos de tus problemas les diste esquinazo.  
     

Óscar Fisterra en ciertas ocasiones







            óscar fisterra en ciertas ocasiones
 hace trampas se mira frente al espejo y
 se quita años o cambia de nombre

La malatía del sátiro -revisited


                La malatía del sátiro es el poema más esteticista y rebelde de los escritos por Elías Deià. Los sátiros de Deià estetas por excelencia, son poetas que no quieren ser poetas, nada les gusta  del   mundo   en   el   que   viven      –ni cantar o beber o dormir bajo la selva poética–   sólo desean huir, a través de las dudas de la poesía o a través del humor, como se vierte en el fragmento:
                ... huyo me distancio de las ciudades donde habité es preciso romper la copa y la casa me vacía tener la misma cama el mismo nombre o emborracharme con las piedras
             

Óscar Fisterra y La Casa de las Flores


             Ayer me llamó Óscar Fisterra, amigo y crítico literario, para tomar un vino y ver una colección de objetos raros en La Casa de las Flores.    

        Yo iba un tanto acelerado por los pasillos de la famosa Casa sin detenerme en nada, pero me paré ante un libro encuadernado en arpillera, con una paloma blanca dibujada en la tapa y bordada en hilo verde. Un ejemplar único escrito por Neruda e ilustrado por Lorca en honor de Doña Sara Tornú de Rojas Paz. Una rareza bibliófila, única edición de “Paloma por dentro”, hecha a mano.

            Conté a Fisterra que existía una lista de las mejores poesías de amor de todos los tiempos, que no está seleccionada por Francisco Rico ni Luís María Ansón ni por Antonio Gala, era una lista distinta, propia, inevitable, sin la que no se puede dar dos pasos o dos versos, sin la cual uno va desnudo agarrado al Smartphone o amanece intranquilo, una lista para amantes o personajes de verdad que superan al poeta y que lo elevan en un corazón de pulpa y cuarzo, algo así como en globo aerostático, diseñado frágil y caro, y desde donde habitar el Mundo con perspectiva Planetaria.

           A esa lista bien pudiera sumarse –añadí–  el Poema 20 de Elías Deià:

Elías Deià, poeta jondo


         algo cansado si pienso en las últimas semanas todo color naranja oxidado

      subimos una escalera desvencijada y jordi me hizo entrar a tientas a un estudio de playa

       la hemorragia del sol puso perdida la tarde salí a la terraza a cantar 

                 escribir no salva como creían pepe hierro y ángel gonzález y como desearíamos todos pero sí que alivia

Elías Deià, poeta caribe


   
             elías creía a ojos cerrados en signos de bienaventurados y ciertas supersticiones haitianas  -por ejemplo-  no se debe atravesar el océano porque se orina sangre

            así es la maquinaria fantástica de la heteronimia el ser múltiple de las “verdades” de las vivencias el fracaso de la inquietud moderna como las virtualidades de pessoa un desastre que le impedía en el sentido común del término ser poeta

            lo que le pasaba a elías es que no dejaba de leer poesía caribe repletita de tiburones tigres y magia simpática y aquellas cinco morenas agraviadas todavía clavaban alfileres en su figura de barro y al él le pasaban cosas increíbles como que lloraba por las uñas por los dientes o por los genitales y de una manera elástica sufría una inquietud silenciosa maloliente y tácita

Sueños de Homero



la máxima de mi padre que más bien era de homero dice que los sueños son de júpiter y que él los envía y que un día han de realizarse

Elías Deià, foto poeta


El infierno es estar ahí, en ese poema medio construido o no estar o no acabarlo. Los directores de cine prefieren la garantía de un final feliz.
Elías va dibujando círculos a lo largo de la ría, yo le preguntaría, pero sé muy bien que no habla.
No quiere decir tu nombre, no hace falta, tú lo arrancas sin esfuerzo y tal vez digas el suyo.
Más bien cae la tarde que nadie quiere, cuando el poeta guarda silencio, fuma y escribe con mi mismo lapicero.
Fui alguien que casi conoció a Elías Deià: quién era, quién es, a quién hablo, qué escribo.

Elías Deià, poeta oxidado

          Elías es perezoso en lo que se refiere a la vida práctica, y poco hábil además, su experiencia es errante a los dos lados del océano o en ciudades exóticas, escribe cartas a Verónica, que conoció en una isla del sur, conversa el día entero con lagartos y la poesía se le oxida como el hierro.

Melki Chichery

El sábado cené con Melki Chichery y sus amigos: estaban los periodistas gráficos de la Agencia EFE, aventureros de guerra, fotógrafos publicitarios y artísticos. Nos sirvieron un estupendo rabo de buey, hablamos de todo y bebimos bien, hasta bien entrada la madrugada.
Jacobo Plaza, retratista de la escena rock, nos contó la historia del fotógrafo Paul Guillaume, que carecía de leyenda dorada, pero que dicen fue íntimo de Modigliani, cuando todos sus amigos habían dado de lado al artista italiano, y que Paul fue el único comprador de su obra, y estuvo junto al pintor en sus últimos días, en aquel frío enero parisién de 1920, y que caminó tras su féretro hasta el cementerio de Père-Lachaise. No le viene de ahí su fama sino de haber colaborado con la luz de su cámara en la obra de su amigo Modigliani, que dicen se basó en sus fotografías para pintar sus “Retratos de Amigos” y sus “Desnudos con Sombrero”, y que Guillaume compartía con Modigliani la misma pose de artista bohemio, y que soñaba con ser artista, como su amigo, pero que él no lo consiguió. Las ciudades viejas  –añadía Jacobo–  están llenas de artistas o pájaros sin fama ni historia.

Elías Deià, poeta de piscina

                El miércoles me invitó Claudia a su piscina poética: acudirían amigas/os, nada de mariditos, la puesta de sol era la hora, además estaría Paloma, y podríamos tomarnos unas copas bajo estos calores de mayo sobre el ático del edificio, donde residió Rafael Alberti unos ciertos años, en la calle de María de Molina.              
                Llegué puntual, minutos antes de la luz crepuscular, desde el ático se subía a la piscina por unas escaleras, era una fiesta un tanto ibicenca, todos iban de lino blanco, collar largo y sandalias de esparto, y yo con reloj digital, botas y vaquero negro. Paloma estaba bellísima, como salida de una lámina de Alphonse Mucha, con la luna y las estrellas enredadas en la cabeza y su vestido largo de lino crudo y una cinta de plata a la cadera y sus hombros desnudos y su cara de divinidad griega. Uno quiere casarse de penalti, por lo civil o por la iglesia, pero casarse con una mujer así, en una fiesta ligera y blanca o bajo la penumbra de una capilla, y tomar a esa mujer por esposa y no soltarla.
  

Edgar Petit
























   
           Edgar Petit, amigo, te echo mucho de menos, mucho...no me acostumbro a estar sin ti, faltas a cada instante, te llevo muy dentro, siempre te he querido hasta los huesos.

          Fuiste un buscador, un viajero, un héroe entre los tuyos, conociste cuatro mares, un millón de perfumes y fuiste el más guapo del barrio.

          Eras parte de la familia, uno más, nos quisiste a todos y todos te extrañamos, no te olvidamos.

         Que los ángeles te lleven a la Gran Casa, descansa amigo, no te inquietes, nos encontraremos en el reino de las almas.

Elías Deià II

      A menudo el amor se vale de utopías: Elías aprovecha para levantar poemas, plantar jardines flotantes o lanzarse al mar con cadenas.
                La palabra le engaña en el papel, su amor, como la ría, la lluvia, el semen o el llanto, es papel mojado.
                El amor se le escapa un poco a su aire,  como   –según la leyenda– las estatuas de Dédalo huían nocturnamente si no se las ataba, los cisnes de Dalí escapaban por la playa o ciertos heterónimos le desaparecían a Pessoa.
                El amor inventa muchas vidas y no todas acaban en ceniza. A Elías se le chamuscan los papeles, se le ahogan o se le hacen trizas y, aún afectado, siembra jardines, levanta cadenas y sube a las estrellas.

Ociosos bilbaínos


               










              Pocas chicas iban a casa de Gorka. Sólo la Maider —especie de asistenta de bohemios— que tenía la manía de lavarlo, afeitarle y cortarle el pelo, a cambio de sus poemas alquímicos, como aquel que decía: romped los libros y los violines no sea que vayan a romper o quebrar vuestra alma.
                Por las tardes bajaba a la calle con su perro y tocaba la flauta en la plaza de Unamuno sin acertar del todo con la melodía, tomaba palabras sueltas en un cuaderno y se liaba un canuto. Lo que más le apetecía era escribir una poema o una canción y escribirla así, a ojo de buen cubero, jugando a la chapuza con la poesía, la música o con la vida. El domingo se resumía en salir a por hachís, pasear toda la ría hasta Bilbao La Vieja y fumarse un canuto por el muelle de Martzana, frente al antiguo mercado.
  

Ociosas de Pontevedra

               
               En Deán  —unida a Caramiñal—  cada tercer domingo de septiembre sale la procesión del Nazareno, con los ataúdes de los que prometieron desfilar vistiendo la mortaja si lograban salvar la vida en un trance difícil. Lola y Sonia portan un féretro color violeta en recuerdo de la noche que se prometieron matrimonio, armaron su compañía de teatro itinerante y se fueron a rolar por los pueblos con su compañía lésbica.

               — Te digo que deberíamos montar una escena como la que hoy hacemos con nuestra caja de muerto.
                  ¿Cómo va ser?... esto sólo funciona aquí que son muy macabros.
                — El teatro es el espacio de lo único, lo singular e irrepetible. Lo que se muestra en escena no vuelve a suceder jamás de la misma manera. Hay que meter la metafísica en los espíritus por la piel. Por ejemplo si yo me levanto, salgo del ataúd y te chupo las tetas en medio del escenario, todo cambia en el público de repente. La muerte y la vida se confunden y hasta se acuestan juntas.

Elías dos vasos

               Elías cuando llega a casa se sirve dos tragos de orujo en dos vasos y brinda con él mismo. Se enciende un puro canario y empieza a echar de menos su vida anterior y, sobretodo, a su esposa.
          El olvido está lleno de memoria. La zona de sombra late incesante desde su corazón sordo y gritón, como una caries, un fastidio o un incordio. La zona de sombra reluce intermitente bajo la tormenta. Dar otro nombre a la rosa o a la tormenta es deberle algo a Shakespeare o a Hamlet o algún otro personaje ridículo que soñó ser o no ser, vivir o dormir sin más.



















        Tal vez Elías sea muy especulativo, soñador o algo flipado. Especulativo tiene que ver con “speculum” espejo. El mundo es reflejo, el mundo es posibilidad, el mundo es medio invento, y esta noche prefiere inventarse a dos vasos.

Ella y él, los de entonces, ya no son los mismos, aunque a veces se fijen en la misma tormenta, escuchen la misma canción o brinden consigo mismo. Ha pasado mucho tiempo, media vida, pero hoy a Elías le desanima el brindis que no acaba. La noche le afecta.

Ridículos de amor II

cuando amo a los demás
ellos se aman a sí mismos algo más
esta debe ser mi gran rima cursi
y sin embargo verdadera
las revelaciones hondas
tienen su forma ridícula