Jordi Lahispaniola


Asistente de artistas... ahorita mismo descansando


Elías Deià y su primer cumpleaños

                 Tal vez porque tenía unos cuantos sueños encima se dio cuenta de que podía ser poeta porque llevaba en la boca un largo poema y lo cantaba y lo afinaba y lo escribió. Fue el Verano de mil novecientos noventa, su primer libro apareció en el dos mil tres, cuando estaba a punto de cumplir treinta años.




         







           Cuando uno escribe poesía nunca es libre y Elías Deià nunca se ha liberado ni en sus temporadas de largo silencio poético ni en sus múltiples residencias en la estación del Invierno ni en las cenizas de quién un día soñó ser.

Miguel Chamberí

                   Ayer se deshizo el embrujo de aquellas noches de leonas por la Coruña o de dragones por Bilbao, ayer Miguel Chamberí perdió cinco o seis acentos y unas cuantas lenguas, y ya no besa y ya no habla con tanto atrevimiento o con tanta fluidez, hoy sólo quiere alzarse y componer por las terrazas y áticos de Madrid e integrarse en un largo poema escénico y aparcar tanto viaje y centrarse en una sola musa y, a ser posible, escribir poco y bueno durante un par de años.


            No sabe muy bien si su espíritu está de pie o arrodillado, si su poesía vaticina la victoria o la derrota, si se mueve entre la esperanza o la desesperación. No lo sabe aún y menos podría confesarlo.  El vio morir al último pirata del Manzanares y sintió su grito agónico que anunciaba la muerte de la novela, pero aún quedan cosas por decir y  –Miguel Chamberí se repite a sí mismo–  está dispuesto a contarlas.