cantabas aquella deliciosa canción de Dinah Washington I’ll never be free, donde se cuenta que los besos dados al amor te hacen esclava…
las últimas semanas fueron confusas, el silencio y la tensión se palpaban, todo parecía envolverse en niebla: hablábamos de orden, muñecas rotas y números impares, zumbábamos como dos refrigeradores viejos, como dos radios mal sintonizadas, como pantallas de neón