Ayer Elías Deià hizo de hombre invisible... desapareció bajo un
litro de ginebra.
Una noche más
no ha podido olvidar la medida de la musa azul, sus lindas proporciones clásicas o
su voz rasgada.
Hoy tiene otro
día más para no entregarse del todo a nada, para no tener más vida que la
escrita, para acabar siendo un personaje de mí mismo.
Elías se
entristece de ser un artista golfemio, de esos que acaban aburriendo a sus
mujeres o a sus musas. Hoy su poesía se la trae un poco floja, lee detrás de su
máscara quemada y su otro yo acumula silencio, ausencia y vértigo.