Tal vez porque tenía unos cuantos sueños encima se dio cuenta de
que podía ser poeta porque llevaba en la boca un largo poema y lo cantaba y lo afinaba
y lo escribió. Fue el Verano de mil novecientos noventa, su primer libro apareció
en el dos mil tres, cuando estaba a punto de cumplir treinta años.
Cuando uno
escribe poesía nunca es libre y Elías Deià nunca se ha liberado ni en sus
temporadas de largo silencio poético ni en sus múltiples residencias en la
estación del Invierno ni en las cenizas de quién un día soñó ser.