Ayer me llamó Óscar Fisterra, amigo y crítico literario, para tomar un vino y ver una colección de objetos raros en La Casa de las Flores.
Yo iba un tanto acelerado por los pasillos de la famosa Casa sin detenerme en nada, pero me paré ante un libro encuadernado en arpillera, con una paloma blanca dibujada en la tapa y bordada en hilo verde. Un ejemplar único escrito por Neruda e ilustrado por Lorca en honor de Doña Sara Tornú de Rojas Paz. Una rareza bibliófila, única edición de “Paloma por dentro”, hecha a mano.

A esa lista bien pudiera sumarse –añadí– el Poema 20 de Elías Deià:
“vestí el disfraz equivocado la balada cínica del corazón aún desafinada una de esas mañanas que la luz amanece sin ti tuve que confesarlo aún te amo pero la sinceridad no es un recurso literario soy habitante de las luces hoy puedo amar y desvelar -por ejemplo las verdades de tu espalda desnuda en vano en balde en saco roto incluso vestida”
Fisterra hizo un ruido extraño con la lengua que parecía indicar lo mucho que le disgustaba el poema, o lo cansado que le parecía o que me callara de una vez. Me miró algo molesto y me indicó:
“… yo, si acaso, soy habitante del alfabeto. Esa lista sería un libro, pero en esto de la literatura, todo lo que sean proyectos y nada es lo mismo. Un libro no es un libro hasta que está en el escaparate de las librerías o hasta que yo escribo en los Culturales de él, y de Elías Deià - mi querido Jordi – yo no escribo nunca nada.”
“… yo, si acaso, soy habitante del alfabeto. Esa lista sería un libro, pero en esto de la literatura, todo lo que sean proyectos y nada es lo mismo. Un libro no es un libro hasta que está en el escaparate de las librerías o hasta que yo escribo en los Culturales de él, y de Elías Deià - mi querido Jordi – yo no escribo nunca nada.”