Necesitaba entrar
en todos los teatros, en los teatros en venta, en alquiler o a medio cerrar de
Madrid: el Teatro Martín, el Teatro Cómico, el Teatro Arniches, el Teatro Alfil
o el Teatro Lara… más allá de comprarlos, alquilarlos o no, quería meter los
pies en ellos, me interesa su historia, su vida, su legado. Esta tarde de miércoles
venía de meter los pies en el Gran Teatro Salamanca. El taxi se atascaba por las
calles. Julio Anguita echaba un discurso con formato de entrevista por la Sexta
Radio, y era un discurso con un par, una lengua valiente, una ironía guerrera.
El brujo de la tribu estaba enfadado y defendía una segunda república,
desterrando IrracioNacionalismos, Austeridad y Monarquías. Yo iba con la cabeza
pegada al respaldo del asiento delantero, el chófer y yo íbamos prestando
atención. Por fin un taxista de izquierdas –comenté– ¡Madrid está cambiando!
–me dijo.
El empresario me había recibido un par de horas antes en la calle Conde de Peñalver, acera de los pares, en un piso bajo interior, una casa de portería mal reformada en oficina, o sea, alquilada a la comunidad de vecinos –me dije– y además muy mal
iluminada, con muebles de oficina apañados y títulos comerciales, académicos o dios-sabe-qué en las paredes, casi todo falso e