Ciertas veces en las plazas de Roma la luz
traspasa los cuerpos, ocurre en La Piazza Montecitorio, en La Piazza
Campidoglio o en la La Piazza di Spagna. La mirada del viajero, extranjero o
italiano, se eleva por su arquitectura, las piedras filtran la luz, la ciudad
se transforma y nos deja a un peldaño del sueño.
Roma se sueña, todos los sueños conducen a
Roma. Adriano, Michelangelo o Bernini lo sabían. La capital de la civilización
se sueña a sí misma y en ella soñamos todos. Roma es una puerta a las estrellas
de la belleza. Los arquitectos lo saben/sabían, desde Roma podemos elevarnos a
cualquier parte. Tan sólo basta con mirar por el ojo de la cerradura.