Francisquito es una puta esquinera de las letras: colabora con el diario más carca de Mallorca, escribe para cualquier editorial que le publique y pelotea a cualquier enterado de revista regional, elevándolo a la altura platónica del intelecto.
Nunca ha tenido sensibilidad culinaria alguna: mezcla con indiferencia una gaseosa con buen vino, las pastas del té con queso, el chorizo con un whisky de quince años, el vaso de tubo alto para el gintónic.
