Francisquito es una puta esquinera de las letras: colabora con el diario más carca de Mallorca, escribe para cualquier editorial que le publique y pelotea a cualquier enterado de revista regional, elevándolo a la altura platónica del intelecto.
Nunca ha tenido sensibilidad culinaria alguna: mezcla con indiferencia una gaseosa con buen vino, las pastas del té con queso, el chorizo con un whisky de quince años, el vaso de tubo alto para el gintónic.
En septiembre me lo encontré por las Ramblas Duques de Palma, venía con su novia Mercedes, que tenía un padre que fue boxeador, campeón de algo, me enseñaron una fotografía cerrando la guardia, era una desvaída imagen, luego me dieron una tarjeta donde decía que Mercedes era agente comercial, vendedora de paquetes vacacionales para la tercera edad germana. Francisquito hizo una especie de amago de lanzarme un gancho o un crochet de izquierda cuando hablaban de boxeo, pero terminó diciendo a Mercedes que yo era un tipo muy enrollado, estupendo, divertido y enérgico, pero que la gente se confundía y pensaba que era gilipollas. Me sorprendió despistado el golpe bajo.
Ayer me lo crucé por las terrazas S’corchador de Palma. Iba con su amigo rockero, Miquelón, que lleva el pelo casi hasta las rodillas, es su comodín lo usa para todo. Venían de cerrar la venta de una Suzuki quinientos, habían largado la moto a un primo por tres mil euros y querían celebrarlo. Francisquito no paraba de hablar de sus futuros literarios, tenía la intención de escribir una novela yonqui, como las de William Burroughs, repletita de prostíbulos, mujeres fáciles y difíciles, guapas y bizcas. Todo hartamente cargado de whiskey o ginebra y un resto de alcoholes bien adulterados. Pensaba forrarse con la novela, vender los derechos a una productora de cine y envejecer en un buen colchón de dinero o gloria. Algo así –decía– como Mario Conde. Un día –dijo Francisquito– tienes que enseñarme a hacer un blog como el de Lahispaniola, ese sí que sabe plagiar a destajo, plagia a Séneca, a Virgilio a Petrarca, pero como los demás no los hemos leído todo le encaja a la perfección.
Los personajes de sus novelas son poco profundos, más bien, como los folios, planos. Sin personajes la literatura no es más que tedio y mala palabrería, si no eres capaz de crear personajes, quizá puedas escribir en prensa, pero es cierto que no tienes nada que contar. Para las nuevas generaciones, como Francisquito, se ha inventado el modelo multitasking (multi tarea), que es un fenómeno por el que los periodistas, jugando con su gameboy, se comen una pizza, llaman por teléfono a la redacción, siguen su serie favorita por internet, acarician al perro con el pie, silban una melodía publicitaria telefónica, chatean por el ordenador, mandan un esemeese, buscan en wikipedia la capital de un país llamado Creta y juegan con una pelotita de goma anti estrés. Supongo que, el copy/paste hace el resto para escribir novelas.