La esposa de Homero, Luxoris –luz en la mirada–, guiaba al poeta en sus viajes, le encontraba alojamiento, le organizaba las comidas o le servía el vino, como a él bien le gustaba, libadito sobre cráteras de obsidiana.
Reunía y leía los textos que él iba buscando por todas las ciudades viejas –Tebas, Corinto, Cnosos– y lo mejor, además, le escribió la Ilíada y la Odisea.